Para 1610 el “libre comercio” no
dejaba de ser un eufemismo porque se
necesitaban “licencias” para operar, lo
que aseguraba una renta monopolica
en pocas manos de amigos del poder. La
renta monopolica era tan tentadora que
se llegaron inclusive a falsificar y vender
licencias de importacion.
autonomie, en 1617, los portugueses se radicaron nueva-
mente y siguieron ejerciendo el comercio junto a numerosos
nuevos residentes de distintos orïgenes. Doscientos anos
de ejercicio del comercio establecen en Buenos Aires el
germen del liberalismo comercial tan caro al sentimiento
porteno, y también una sôlida base del reclamo de un nuevo
orden social autônomo que fue precursor de la independen-
cia.
El conflicto entre beneméritos y confederados no fue
una batalla ideolôgica, Adam Smith y Carlos Marx no ha^an
nacido, ni siquiera sus abuelos, se trataba de una batalla
primero por la supervivencia de Buenos Aires y segundo,
por el poder.
A principios de 1600 Buenos Aires apenas podîa subsistir
gracias a los servicios comerciales que ofre^an los contra-
bandistas. La denominaciôn de “contrabando”, que tipifica
un delito, en ocasiones dejaba de serlo cuando se pasaba
a “reverenciar” la legislaciôn de control de comercio. Ante
circunstancias cnticas de subsistencia de la poblaciôn,
el Cabildo pidiô a Hernandarias que usara su facultad de
reverenciar y no cumplir con la legislaciôn vigente para
permitir los servicios del contrabando para Buenos Aires.
El obispo de Asunciôn, fray Loyola, dictaminô que la orden
de expulsiôn de los portugueses fuese reverenciada pero
no cumplida porque “de su cumplimiento se seguira la total
destrucciôn de la ciudad”.
Reverencio pero no cumplo era la fôrmula sacramental
del incumplimiento, donde el funcionario se ponia la ley
sellada sobre la cabeza en senal que, al desacatarla, no lo
hacia con agravio para el monarca. Asumna la plena respon-
sabilidad por su desacato, ya que posteriormente deberia
dar cuenta del incumplimiento en su juicio de residencia.
La Ley era devuelta con sus observaciones para que el rey
resolviera definitiva e irrevocablemente si aceptaba o no las
observaciones. Pocas veces ocurriô que una disposiciôn
reverenciada e incumplida fuese insistida por el monarca o
los miembros del Consejo de Indias.
EL INTERIOR DE ARGENTINA
Al mismo tiempo que Mendoza exploraba el Rio de la
Plata, Diego de Almagro, socio de Pizarro en el Peru, explo-
raba Tucuman. As^ se denominaba la amplia zona al este de
la Cordillera de los Andes correspondiente a lo que hoy se
identifica como Noroeste Argentino.
Para el Noroeste, o “interior”, el primer siglo de la
colonizaciôn europea no fue econômicamente tan perjudi-
cial para los europeos, aunque si socialmente dramatico,
inhumano y moralmente cuestionable por la crueldad que
significô someter por la fuerza a los pueblos nativos. La
implantaciôn del nuevo orden social en base al sistema de
encomienda significô un fuerte tributo sobre la ocupaciôn
de mano de obra cautiva. Salvo algunas excepciones, en
general se mantenia a la poblaciôn nativa a niveles minimos
de subsistencia, o peor aun, con una dinamica poblacional
con tasas de crecimiento negativo haciendo cada vez mas
escasa la disponibilidad de recursos humanos para la pro-
ducciôn.
A diferencia de Buenos Aires, las provincias lograron un
sistema de autosuficiencia. No era un sistema sustentable
por su dinamica poblacional, pero transitoriamente se man-
tema en forma autarquica. El comercio entre provincias era
limitado, no ha^a diferencias de costos o de eficiencia, y se
producian practicamente los mismos bienes en todos lados.
Se replicaba y sostenia a nivel local el mismo mercantilismo
que la Corona imponιa a las Colonias. Esto evitaba la espe-
cializaciôn productiva y el desarrollo de ventajas competiti-
vas.
Las provincias actuaban como periferia de los centros
mineros, parte de los excedentes productivos se enviaban a
Potosi en intercambio por plata. Otra parte de los exceden-
tes productivos junto con la plata obtenida de Potos^ se en-
viaba a comerciantes de Lima o Buenos Aires para importar
armas, utensilios, géneros europeos, ropa de confecciôn,
sombreros, botas y productos de marroquinerïa. Todav^a
existen como atractivo turïstico del Noroeste argentino las
postas del camino de la historia que unen ciudades prin-
cipales que se unian con caravanas de carros tracciôn a
sangre. Una fuente importante de plata para las provincias
fue precisamente el material de transporte y las mulas que
se producian y vend^an para el transporte entre Lima, Potosi
y Buenos Aires.
Esta estructura de comercializaciôn resultô perjudicial
para el interior que vend^a en forma competitiva, a bajos
Revista UCEMA
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