[ notas de analisis ]
A la semana siguiente se vuelve a producir
una situaciôn parecida: el gobierno de New York
necesitaba treinta millones de dôlares para pagar
salarios, cosa que generalmente solucionaba
emitiendo bonos, pero esta vez decidieron ir a la
“autoridad de facto”, Morgan. Éste, organizô un
sindicato de bancos para comprar los bonos de la
ciudad por treinta millones de dôlares con opciôn
de compra de otros veinte millones mas. Luego
los bancos entregaron los bonos a una oficina
de compensaciôn que emitiô certificados por ese
valor, el cual fue depositado en las cuentas de la
ciudad.
La escasez de crédito afecto
también a la Bolsa de Valores.
El 24 de octubre el presidente
de esta institucion debio pedirle
fondos al propio Morgan para
que la Bolsa no debiera cerrar sus
puertas ese d^a.
A principios de noviembre la situaciôn co-
menzaba a mejorar y muchos ve^an a Morgan
como un salvador. No cabe duda que sin su ca-
pacidad de liderazgo hubiera sido muy diHcil sa-
lir de una situaciôn tan apremiante. J.P. Morgan
se retirô después de la crisis, pero su accionar
dejô la huella para seguir acciones mas amplias.
El resultado fue la Ley de Circulaciôn Aldrich-
Vreeland, aprobada por el Congreso en mayo
de 1908. La medida buscaba protecciôn contra
la futura escasez de dinero, permitiendo que los
bancos nacionales emitieran notas aseguradas
por bonos no federales en la secretarîa del teso-
ro. Esta legislaciôn también creô la Comisiôn Mo-
netaria Nacional, con Aldrich a la cabeza, para
hacer recomendaciones al Congreso sobre poiï-
tica monetaria federal. El proceso culminô con la
Ley Federal de Reserva de 1913, la cual creô las
doce unidades del Sistema Federal de Reserva
bajo el liderazgo de la Junta Federal de Reserva,
mediante el monitoreo del suministro nacional de
fondos, asegurandoles a los bancos disponibili-
dad de capital.
Morgan no viviô lo suficiente para ver la
aprobaciôn de la Ley Federal de Reserva, ya que
muriô en Roma a mediados de 1913.
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Revista UCEMA